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Feria del Marisco Zinacantepec 2025: un viaje de sabores, artesanía y cultura

  • Foto del escritor: Abimael Mora
    Abimael Mora
  • 23 ago
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 31 ago

La feria presentó de todo: taco gobernador, vuelve a la vida, ceviches de todos los estilos, cocteles rebosantes de frescura y combinaciones que sorprendieron, como mariscos con suadero o arrachera.


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Royer Fish ofrece una amplia variedad de empanadas y mariscos. Fotos: Abimael Mora.

Zinacantepec, Edoméx.- Zinacantepec se convirtió este fin de semana en puerto sin mar, pero con olas de sabor, gracias a la Feria del Marisco 2025. La Plaza principal se llenó con más de 70 marisquerías que llevaron desde los clásicos platillos marinos hasta propuestas inesperadas que hicieron que más de uno quisiera repetir. Porque aquí, entre el aroma del ajo, la mantequilla y el chile, se demostró que el mar también sabe hablar en lengua mexiquense.


La feria presentó de todo: taco gobernador, vuelve a la vida, ceviches de todos los estilos, cocteles rebosantes de frescura y combinaciones que sorprendieron, como mariscos con suadero o arrachera. Esta mezcla no solo habla de ingenio gastronómico, sino de la manera en que la cocina mexicana se reinventa constantemente, jugando a unir lo que parecería imposible.


Uno de los platillos que más llamaron la atención fueron los famosos “camarones embarazados”. El nombre, que hace sonreír de entrada, es un juego de palabras: no se trata de biología, sino de gastronomía popular, ya que los camarones se ensartan en una vara y se asan al carbón, convirtiéndose en antojo y chiste al mismo tiempo. Es justo ese tipo de ocurrencias lo que convierte a la feria en un espacio vivo de creatividad culinaria.



Lo interesante es que no todos los puestos provenían de restaurantes establecidos; muchos de los cocineros viven literalmente de feria en feria. Su modo de vida es itinerante: levantar la carpa, prender la parrilla y conquistar paladares en cada pueblo que visitan. Y en esa dinámica, lo que venden no es solo comida, sino también historias de esfuerzo, familia y tradición.


Pero la experiencia no se quedó únicamente en la comida marina. La feria también abrió espacio para los artesanos, quienes transforman materiales locales en piezas únicas que llevan consigo símbolos, raíces y memoria. Entre barro, textiles y madera, se recordó que el patrimonio cultural no solo se saborea, también se toca y se contempla.


A esto se sumó una de las sorpresas más comentadas: la sección internacional. Ahí, visitantes pudieron recorrer el mundo en cuestión de minutos. Colombia, Venezuela, Corea del Sur, Francia, Rusia, Marruecos, Turquía, Líbano, entre otros países, montaron stands donde no solo ofrecían gastronomía típica, desde dulces artesanales hasta platillos representativos, sino también prendas, accesorios y elementos culturales propios de cada región. Era posible pasar de probar un dulce libanés a admirar textiles turcos, o de saborear una arepa colombiana a mirar artesanía marroquí. Todo en un mismo espacio, todo en un mismo recorrido.



Así, la Feria del Marisco Zinacantepec 2025 terminó siendo mucho más que un evento gastronómico. Fue un mosaico donde convivieron los sabores del mar con las tradiciones locales, el ingenio culinario con la memoria artesanal y la cultura mexicana con las expresiones de otros rincones del mundo. En cada bocado, en cada pieza, en cada stand, lo que se respiró fue diversidad, orgullo y comunidad.


En pocas palabras:

Zinacantepec demostró que la feria es una fiesta en dónde se viene a comer, pero también a aprender; y que en cada plato servido y en cada artesanía exhibida se guarda un pedacito de lo que somos y de lo que compartimos con el mundo.

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